Paranoia Al Amarillo Número Cinco

He aquí la genuina intención de convertir el mundo en una fiesta

viernes, 21 de marzo de 2014

Divergencias

Más trozos inconexos. Mi cabeza está echa un desastre de vidrios rotos, mapas ensangrentados y olor a caucho quemado. Desorientado es una buena palabra. Suficiente de mí, háblame de ti.  





Envolturas de plástico esparcidas por el piso, tazas con restos de comida adentro, ropa enredada en los cortineros. Quinientos amigos en Facebook. Sesenta categorías de vídeos porno. Estadísticamente, soy feliz. Estadísticamente. 

Me levanto. Prendo las cornetas. Le retiro el sello de "SÓLO PARA EMERGENCIAS" a la botella de vodka. Le doy un sorbo largo y esparzo un poco por mi cara. Sonrío. 

En el escándalo distingo palabras sueltas, estériles por sí mismas. "Ciego", "de prisa", "mirador", "sol". "Fin".  Comienzo a girar sobre mi mismo y a dar pequeños saltos. Le subo a la música. Tres de la mañana, alguien llama a la policía. Un loco tiene música alta. Es sábado señora, péguese un tiro y deje la ladilla. La operadora se lo dice educadamente ("insértese una bala..."). Me mareo y pierdo el equilibrio. Caigo. Me detengo a mirar el techo. Recuerdo que me queda cocaína en el bolsillo de la chaqueta. Para dos líneas mínimo. 

Lástima, soy uno. 




_____________________________________


La maleta no sale de la banda transportadora. Han pasado cuarenta minutos. Cincuenta. La gente rodea el artefacto cabizbajos. Los de la aerolínea no responden nada concreto. Se les nota la pesadez. O son estúpidos. O ambas. 

Hora y diez.
 Un tipo con manga larga y lentes de pasta reúne a dos o tres personas a su alrededor. Todos hombres y jóvenes. Les habla en voz baja y evita a la gente de la aerolínea. Mira nervioso a todas partes. Maldigo por décima vez no poder fumar en el aeropuerto.

Hora y cuarenta. 
El tipo de lentes ya reúne un grupo considerable de gente alrededor. Me acerco a ver de qué hablan. Quieren organizar una expedición al interior de la máquina para sacar nuestras maletas. Me río y doy media vuelta. Permanezco recostado de una máquina dispensadora de refrescos. Pruebo a pedir un refresco pero que se queda con el dinero. La pateo. Un tipo de la aerolínea se ofrece a cubrir el gasto. Le agradezco el billete. 

Dos horas y media.  
Los del tipo de lentes ya están bordeando el aparato. Resolví ofrecerles ayuda. Me dijeron que distrajera un guardia al fondo del lugar. Era gordo y llevaba bigote. Parecía sacado de una película. Me le acerqué. Le pregunté por sus donas. Me dijo que me fuera a la mierda. El golpe lo derribó de la silla y le mancho el uniforme con sangre. Cuatro guardias fueron a reducirme. Giré mirando al tipo de lentes con cara de "distraje a cinco". Cuando la seguridad del aeropuerto me soltó, bajo amenaza de presentar cargos, mi maleta reposaba solitaria en la mitad del salón. La operación fue un éxito. 



_____________________________________


Ella me despierta. Cuando abro los ojos reconozco su cara. Me mira curiosa. El pelo se le desparrama por el pecho desnudo. Gira levemente la cabeza. Viene la pregunta. En cualquier momento. Me levanto la cama y le doy la espalda. Presupongo que tendrá la cortesía de no dispararme por detrás. Mientras me cepillo escucho que se levanta. Prende el tocadiscos. Elige un vinilo de Radiohead y lo baila desnuda por el cuarto. Enciende un cigarrillo y se sienta en la cama. Cuando vuelvo al cuarto me mira. Le da otra calada al cigarrillo. Dispara. 

- Hora de irse, ¿verdad?

Bullet Proof... I Wish I Was. Asiento y sonrío. Ella se levanta. Se viste. Empieza a meter sus cosas en el bolso. Yo despego las grullas de papel del techo.  En veinte minutos está todo recogido. Antes de salir me vuelvo para darle una última mirada al cuarto que fue mi casa por cuatro meses, y que ahora estoy seguro que no volveré a ver. Ella nota mi nostalgia. Ya fuera de la casa, compra dos cervezas y un pan canilla. Nuestro desayuno habitual. Está particularmente excitada. Me besa, me toca. En la parada del autobús me rasguña el pecho por debajo de la camisa. Sabe que puede sacarme de dónde sea a punta de sexo. En el autobús se duerme en mi hombro. Miro por la ventana el montón de pueblos y calles y tiendas que estoy dejando. En dos horas serán puntos lejanos en el horizonte. But that's what we do.

Llegamos al sitio, armamos la carpa. Veinte minutos es el tiempo de monte y desmonte de nuestro hogar promedio.  Brindamos con lo que tenemos a mano (en este caso, caldo de pollo) y dormimos una siesta. Luego tenemos sexo hasta que se hace de noche. Y vemos el sol hundirse mientras nos alternamos un porro. Because that's what we do. And we're fucking happy doing it.

No hay comentarios:

Publicar un comentario